El pasado viernes 12 de julio participamos de un taller de capacitación a docentes de la parte alta de la cuenca de Chancay-Huaral, es la tercera reunión de este tipo, gracias a la genial idea de los colegas de la Autoridad Nacional del Agua, quienes a través de la Autoridad Administrativa del Agua Cañete-Fortaleza y el Proyecto de Modernización de la Gestión de los Recursos Hídricos han hecho posible este tipo de reunión; han sido en tres talleres capacitados mas de 180 docentes de la cuenca.
Tocábamos aspectos de como se están gestionando el agua en la cuenca, los graves problemas de calidad y la presencia de instituciones y organizaciones que requieren fortalecer su gestión. En un punto de la reunión uno de los docentes hace uso de la palabra y manifiesta que la culpa es del gobierno por la falta de políticas adecuadas para un mejor uso del agua; inmediatamente lo secunda otro docente indicando que no se tiene normas claras que sancionen el mal uso del agua y la contaminación que de ella se hace y se armo una discusión casi generalizada de quien tenía la culpa de estar como estamos.
Eso me hizo recordar inmediatamente de una historia que me contará mi hermano y que es también el titulo de una obra, LA CULPA ES DE LA VACA…….dice así:
«Este texto, cuyo resumen fue publicado originalmente por el profesor Fernando Cepeda en su columna habitual de El Tiempo, es una excelente demostración de una conducta muy nuestra relacionada con la ramificación de la culpa.
Se estaba promoviendo la exportación de artículos colombianos de cuero a Estados Unidos, y un investigador de la firma Monitor decidió entrevistar a los representantes de dos mil almacenes en Colombia. La conclusión de la encuesta fue determinante: los precios de tales productos son altos, y la calidad muy baja.
El investigador se dirigió entonces a los fabricantes para preguntarles sobre esta conclusión. Recibió esta respuesta: no es culpa nuestra; las curtiembres tienen una tarifa arancelaria de protección de quince por ciento para impedir la entrada de cueros argentinos.
A continuación, le preguntó a los propietarios de las curtiembres, y ellos contestaron: no es culpa nuestra; el problema radica en los mataderos, porque sacan cueros de mala calidad. Como la venta de carne les reporta mayores ganancias con menor esfuerzo, los cueros les importan muy poco.
Entonces el investigador, armado de toda su paciencia, se fue a un matadero. Allí le dijeron: no es culpa nuestra; el problema es que los ganaderos gastan muy poco en venenos contra las garrapatas y además marcan por todas partes a las reses para evitar que se las roben, prácticas que destruyen los cueros.
Finalmente, el investigador decidió visitar a los ganaderos. Ellos también dijeron: no es culpa nuestra; esas estúpidas vacas se restriegan contra los alambres de púas para aliviarse de las picaduras.»
La conclusión del consultor extranjero fue muy simple: los productores colombianos de carteras de cuero no pueden competir en el mercado de Estados Unidos ¡porque sus vacas son estúpidas!
Esto tiene mucho de cierto, pues siempre tratamos de echar la culpa a otros sin hacer una autocritica, nos falta una cultura de cuidado del agua, de ser responsables con el agua que usamos, de pensar que este recurso no es infinito y que les pertenece a las generaciones futuras, que todos debemos ser agentes de cambio, de incentivar en las organizaciones donde participamos a generar una conciencia de cuidado del agua…claro entre otros muchos aspectos que se tiene que construir.
Si quieren leer la obra completa: LA CULPA ES DE LA VACA de Jaime Lopera y Marta Bernal ingresar a:
15 julio, 2013 en 8:15 PM
Ciertamente Ronald, la conciencia es cobarde, y cuando no tiene fuerza para evitar las faltas, rara vez es lo bastante justa para acusar y no olvidemos que proceden en realidad de la costumbre.
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16 julio, 2013 en 1:11 PM
Se trata de asumir responsabilidades y no solo de hechar la culpa, por que ni no llegamos hasta responsabilizar al agua por «ocurrirsele» pasar por las ciudades.Gracias Gloria por tu visita a GSAGUA y comentario
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16 julio, 2013 en 6:21 AM
El hombre es la máxima obra de ingeniería que Dios ha puesto en la tierra, para que le ayude a cuidar y mantener su tan majestuosa creación, y por lo tanto debemos asumir con responsabilidad tal encargo y en esta cadena de buscar culpables es mejor poner nuestro gramo de cemento para cimentar una cultura del agua, pues sin ella simplemente la vida se extingue.
Vida = Agua (animal + vegetal + mineral)
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16 julio, 2013 en 1:04 PM
De acuerdo Cesar, sigamos colocando nuestro gramo de arena en la construcción de esa nueva cultura del agua que necesitamos, basado en los saberes locales y los grandes hidráulicos que fueron nuestros antepasados.
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